miércoles, 21 de octubre de 2020

Don Amador Jiménez

Su nombre tal vez no signifique nada para Ud. Pero los que lo conocimos jamás podremos olvidarlo. Amador Jiménez fue el autodidacta práctico mas singular que he conocido, una tía suya le enseñó a leer y a escribir, y la primera vez que pisó una aula fue como maestro universitario, sí, fue uno de los maestros fundadores de la Escuela de Agronomía de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, su materia era la de Maquinaria Agrícola, materia en la que fue experto por tantos y tantos años aplicados como mecánico y vendedor de los equipos que distribuía la famosísima ferretería Deuts Hermanos. En su primera clase lanzaba una pregunta que se hizo tradición entre las primeras generaciones de agrónomos y con esa voz potente, grabe y clara que asemejaba a un trueno dirigía el cuestionamiento en lo general: ¿Cuál es el tornillo de cualquier equipo al que hay que prestarle mayor atención?, sus alumnos opinaban haciendo gala de su conocimiento práctico, unos que el sinfín otros que el del cabezal otros que el de la dirección y así recorrían cuanto tornillo tenían memoria o imaginación de que pudiera existir y cuando nadie acertaba don Amador concluía : —El tornillo al que hay que prestarle mayor atención es el tornillo que se encuentre flojo— En una ocasión un Ingeniero intentaba arrancar un árbol seco, amarrando una fuerte cadena a la parte baja del tronco y tirando con un potente tractor y pidió su opinión a don Amador y este solo de ver el equipo le dijo —esa cadena no va a aguantar, se va a reventar en el primer tirón—. El Ingeniero que además contaba con varios postgrados le mostró sus cálculos matemáticos, donde consideraba la resistencia de materiales el caballaje del tractor, el tipo de terreno y hasta la velocidad del aire. Y don Amador insistió: —Ingeniero, usted sabe que yo de esas ecuaciones no entiendo nada, lo único que sé es que esa cadena no va soportar el jalón— El ingeniero seguro de sus conocimientos técnicos y teóricos procedió a la operación de arrancar de raíz el árbol seco, él mismo montó en el tractor, tras encadenar el árbol al tractor, fue tirando suavemente y cuando la cadena estaba tensa imprimió potencia al motor y como si fuera un cordel podrido, la cadena se rompió en dos partes ante el asombro e incredulidad del Ingeniero. Don Amador se había retirado del lugar antes de que se comenzara la maniobra, no quería ser objeto de la posible humillación que sentiría el erudito ingeniero. Don Amador conocía de víboras mejor que nadie, era inmune al veneno de estas, después de haber sido mordido por una coralillo que casi le mata a no ser por la intervención de un médico japonés, fue mordido después por una masacuata, conocida también como pichicuata o cuatro narices y el daño fue menor, cuando descubrió que el veneno de serpiente no le hacía mas daño, las utilizó como mascota protectora, cargando siempre con algunas en su auto durante sus largas jornadas cuando trabajó para Deuts Hermanos. Don Amador Jiménez tenía el curioso don de la radiestesia, esa extraña cualidad que algunos tienen para localizar metales o agua, en este caso don Amador podía localizar agua en el subsuelo y calculaba además la cantidad y profundidad a que se encontraba. No fueron pocos los alumnos que ya como Ingenieros Agrónomos solicitaban sus servicios para la localización de lugares donde se pudieran perforar posos o construir norias. En mi barrio, San Miguelito, lo recordamos como el señor siempre amable y atento de la voz potente que usaba siempre un saracof como sombrero. El auditorio de la Escuela de Agronomía tiene, merecidamente, su nombre: Amador Jiménez.

¿Por qué México se escribe con “X” y no con “J”?

 Tomado de MEXICO desconocido

¿Alguna vez te has preguntado por qué escribimos "México" y no "Méjico"? Conoce la historia detrás del nombre de nuestro país.

Es muy común que en las redes sociales surjan disputas entre mexicanos y otros hispanohablantes por la forma de escribir México. Para sorpresa y disgusto de muchos, según la Real Academia Española, escribir “Méjico” o “México” es correcto. Sin embargo, actualmente se desaconseja el uso de la jota.

 ¿Cómo empezó la discrepancia?

Dado al sonido de la palabra México lo más natural es que se escribiera “Méjico”. Sin embargo, esta forma de escribir el nombre de nuestro país tiene su origen en la raíz de la palabra y principalmente a cómo se escribía el castellano en el siglo XVI (siglo en que llegó Hernán Cortés).

 

Inicialmente tenemos que saber que el topónimo México proviene de la voz náhuatl “Méshico”. A su vez, Méshico quiere decir “lugar en el ombligo de la luna” (existen varias versiones). El vocablo “metzi” quiere decir luna, “xictli” significa centro u ombligo, y el sufijo “co” indica que se trata de un lugar. A su vez, los mexicas o aztecas fundaron en el lago de Texcoco (lago de la luna) la ciudad de México-Tenochtitlán y, posteriormente, su hermana gemela México-Tlatelolco.

La voz náhuatl para México actualmente se escucha “Méshico”, es decir, la “x” se pronunciaría como “sh”. Ahora bien, ¿por qué no se escribe con “sh”?

De acuerdo al filológo Juan Nadal, el español de antaño o castellano medieval existía el sonido fricativo prepalatal sordo que suena como “sh”. Posteriormente el rey Alfonso X de Castilla, mejor conocido “El Sabio”, instauró la Norma Alfonsí de la escritura en el siglo XIII. En ella se estableció que el “sh” debería escribirse con “x”.

¿Y qué paso con la “sh”?

Cuando llegaron los españoles adoptaron la palabra Méshico para escribirla bajo la Norma Alfonsí, con ello nació el topónimo “México”. Sin embargo, antes del siglo XVI el castellano había sufrido algunas mutaciones, entre ellas se estaba la pérdida del sonido fricativo prepalatal sordo o “sh”, mismo que terminó por desaparecer un siglo más tarde. Aún con ello, debido a su gran herencia prehispánica, en nuestro país aún es muy amplio su uso.

De forma simultánea en el castellano del siglo XVI existía el sonido fricativo velar sordo, mismo que suena como “j”. Cuando en el siglo XVII se dejó de pronunciar la “sh”, la “j” fungió como remplazo. Así nació finalmente la palabra Méjico, misma que comenzó una acalorada batalla contra México pronunciada con “j” o “g”.


México un vocablo que resistencia ante el colonialismo

En 1815 la RAE instauró la Ortografía de la Lengua Castellana, en ella se estableció la norma de que todas las palabras que se escribían con “x” y se pronunciaran con “j” tenían que escribirse con jota”. Sin embargo, en la Nueva España no fue bien recibida dicha instrucción, ya que para entonces había comenzado el movimiento independentista.

Como resultado, escribir el nombre de nuestro país con equis se transformó en un símbolo de resistencia y nacionalismo. Por su parte la Academia Mexicana de la Lengua jamás admitió el uso de la jota.

No fue hasta 1992 que la RAE aceptó que México puede escribirse con “x” o “j”. Finalmente en 2011 la RAE recomendó el uso de la “x”, aunque aún falta que reconozca que éste es su uso correcto. Así que ya sabes, escribir “Méjico” es correcto a nivel institucional, sin embargo no honra la historia de una palabra, de una nación.

sábado, 17 de octubre de 2020

La Leyenda de La Bruja guachichil o de Tlaxcalilla

Por: Jaime Nigó

Esta es, por decirlo así, la primera leyenda de nuestro terruño, y en caso contrario una de las primeras leyendas del Real de Minas del Potosí. los españoles fundan con los chichimeca-guachichiles, que vivían ahí la villa de San Miguel Mexquitic,

Fue en el año de Gracia de Dios de 1591, el 14 de marzo, en que el Virrey Luis de Velasco (hijo), ordena que 400 familias tlaxcaltecas fueran llevadas a la Gran Chichimeca para que colonizaran la región y además enseñaran a los indígenas locales a establecer pueblos permanentes, a cultivar la tierra, a elaborar cerámica, las técnicas textiles, etc.

Las minas del cerro de San Pedro del Potosí se descubrieron en marzo de 1592,

pero la falta de agua en el cerro de San Pedro imposibilitó los asentamientos. A corta distancia se encontraba el puesto de San Luis, habitado por guachichiles y tlaxcaltecas, donde abundaba el agua. Así ellos fueron mandados a poblar Tlaxcalilla. Para así fundarse el pueblo de San Luis Potosí, el 3 de noviembre de 1592.

Fue siete años después se dio el siguiente sucedido, se cuenta que una mujer de la que ni siquiera se registra su nombre. Pues no fue bautizada, simplemente se le llamó La Bruja guachichil.

Esta anciana indígena, fue la primer revolucionaria (fallida, como tantos, pero idealista) de estas tierras tuneras, una chamana que fue seguida a pesar de todo y le tuvieron miedo, respeto, que no necesitó nombre y que pasó su juventud mientras se conquistaba esta región de Aridoamérica. Tlaxcala como muchos recordarán estaba aliada con los invasores, siendo este sitio donde se llegaron a juzgar a muchos indígenas.

Fue una anciana, de las últimas orgullosamente guachichiles, orgullosamente pura, hija del viento, quien ante el sucumbir de algunos guerreros de su pueblo.

Resulta que un domingo, el 18 de julio para ser exactos, ni guachichiles ni tlaxcaltecas fueron a misa. Hábil oradora, la bruja los convenció de ir a la iglesia pero no para oír al sacerdote, sino para destruir las imágenes y los adornos. Luego, les dijo, deberían ir a San Luis a matar a los invasores españoles, prometiendo vida eterna a los que lo hicieran. Le creyeron por su fama de resucitar a los muertos y transformarse y transformar a sus enemigos en coyote o venado.

No le duró mucho el gusto, aunque atemorizó a los españoles de San Luis, el justicia mayor, algo así como el procurador de justicia, Don Gabriel Ortiz Fuenmayor, viajó a Tlaxcala inmediatamente, no puede sustraerse a hacer la señal de la cruz, aunque lo disimula como si se atusara el bigote, no vaya a ser…

Acusada de hechicería y de llamar a los indios a levantarse en armas, fue juzgada y ahorcada en el entonces pueblo de Tlaxcala allá por 1599. (hace 412 años,) que alguien piense que es supersticioso, ni lo quiera Dios, mientras recuerda la pintura de la Señora Santa Ana que pende en el muro norte del templo del pueblo: la misma mirada hueca de unas cataratas blancas que está a punto de curar para siempre. Se abrió paso entre los asombrados indios y de los cabellos se llevó presa a la bruja. Acusada de hechicería y de llamar a los indios a levantarse en armas, fue juzgada y ahorcada en el entonces pueblo de Tlaxcala allá por 1599. (hace 412 años)

El abogado defensor basó su discurso en que la anciana estaba borracha, pero hasta el esposo de la mujer comentó que se transformaba en nahual.

La condenada tamborilea uno contra otro sus índices y cordiales, en el ritmo de la trompeta. Parece rezar, pero quienes la conocen saben que eso es justo lo último que haría. Otra reclamación del ave hace caer en muchos sudor frío, más el rostro de ella se queda impávido ante el graznar, acostumbrada a otras voces que no comprenden los extranjeros o que ni siquiera podrían pronunciar. Su corazón sigue latiendo sin pedir permiso, sin desbocarse.

No puede hacer un hechizo para escapar, como la acusan, ni está borracha o ha comido peyote como habían dicho tratando de defenderla. No quiso comer en el poco tiempo que le dieron entre el juicio y la ejecución. Apenas le dio un breve trago a una jícara de mezcal con hojasén que le pasó Guaxcamá cuando dictaron la sentencia. El temor de los españoles pudo más, ese mismo día, el justicia mayor, Don Gabriel Ortiz de Fuenmayor, la juzgó y mandó su ahorcamiento apenas al amanecer del lunes 19 de julio de 1599.

Y en ayunas la habían traído a la horca, paso a paso, para que todos oyeran el delito que conocían de sobra, para escarmiento de la indiada, para consolidar con este desfile el nuevo orden de estas tierras.

Con don Gabriel vestido con telas de la Península y su pertrecho militar reluciente, al frente, flanqueado por dos guardias de casco guerrero y la vieja de pie en una carreta descubierta, con una manta gris y raída como único tapujo de sus cueros, custodiada por cuatro jinetes en cabalgaduras de diversos colores.

La vieja les gritó; Al dios de los blancos, recuerden, que lo mataron con un juicio igual de injusto, pero era su destino… Como el mío, tal vez. ..Ese Dios pidió perdonar a los que lo mataron, porque no sabían lo que hacían, pero para mi la ignorancia no es pretexto. Me dan lástima, coraje, ternura casi… Bola de agachones, espero que algún día se les quite.

No le importan los gritos que para lucirse le lanza con su voz más ronca Fray Diego Granados, crucifijo en alto —quien se imagina a sí mismo haciendo historia, como un ser que proyecta rayos de luz, digno de ser ilustración de algún libro sobre fe, instándole al arrepentimiento. Ni las cuatrocientas voces de la multitud de indios que en sus lenguas nativas

—Tarascos, Tlaxcaltecas, Otomíes, Pames, Guachichiles— claman por partes iguales que la cuelguen o que la liberen, y que a los blancos les parece un clamor hereje, una rumorosa ola sin significado que por sus efectos intimidantes hay que parar de golpe, una enfermedad que se debe cortar de tajo para la propia sobrevivencia de la ciudad fundada apenas siete años atrás, en 1592.

La ahorcaron en el camino entre San Luis y Tlaxcala. (no se sabe la ubicación exacta, pero usted se la puede imaginar). Aún cuentan que se transformaba en coyote para agenciarse comida, que hablaba con los árboles, plantas, animales, que podía levitar, pero su mayor poder era el de sus palabras y se han gestado mil leyendas alrededor de este personaje real, como consta en las actas del juicio.

Esta historia consta en el expediente del juicio con el que la juzgaron unas horas después, por hechicería y por matar a un indio, publicado en forma íntegra en el libro Documentos sobre el capitán y justicia mayor Gabriel Ortiz de Fuenmayor, de José Ignacio Urquiola Permisan, publicado por El Colegio de San Luis (2004). Se habla de apariciones, transformaciones, muertes sin motivo aparente, una vida mejor junto a La Laguna. Españoles, tarascos, guachichiles y tlaxcaltecas dan su versión y sólo ella parece creer en que todo era para bien y en la novela, “No morirán del todo”, sobre esta anciana indígena, sobre la primera revolucionaria.

Investigación y texto de Jaime Nigó

Dibujo de autor no conocido

martes, 29 de octubre de 2019

La Maltos

La Maltos, mujer de antiguo linaje convertida en leyenda


El primer Malto en el siglo XVI fue el cacique Huachichil Mocuamalto quien tras trabar amistad con Fray Diego de la Magdalena hizo la paz con los españoles, adoptó como suya la religión católica y recibió el Bautizo con el nombre de Diego y el apellido de Malto, recibiendo Hidalguía que era un reconocimiento o título de Nobleza otorgado por la corona española que le daba reconocimiento como señor Don dueño de un señorío libre de gravamen hereditario a toda su descendencia con derecho a montar a caballo, portar armas y servir al Rey.
El Señorío de Don Diego de Malto fueron las terceras al norte de Santiago y Tlaxcala después de haber entregado el Sitio de San Luis que se ubicaba en el Centro de la actual Ciudad alrededor de los ojos de agua que derramaban donde actualmente es con mucho mérito la plaza de los fundadores.
Don Diego de Malto participó en muchas contiendas bélicas al lado del Capitán Caldera, conoció el valor del oro y la plata, convirtiéndose en hombre rico por sus grandes servicios a la corona y no conforme con vivir en las lejanías de la ciudad adquirió propiedades en el pueblo de San Luis Potosí donde creció su descendencia que curiosamente no resultó muy prolífica pero duró dos siglos.
Se cuenta que procreó dos hijas y un varón y este a su vez dos hijas y un varón y así los varones solo procreaban un varón y así hasta el siglo XVIII quedaron dos mujeres y un varón, gente culta y muy rica, socialmente reconocidos y apreciados, de quienes nadie recordaba ya su origen huachichil.
El hermano varón decidió ser sacerdote, terminando con él la dinastía Malto o de los Maltos como fueron llamados desde un principio los hijos y descendientes de Mocuamalto o Don Diego de Malto. Prueba de la existencia de Juan Maltos se encuentra en documentos firmados por él y que se encuentran en los archivos de la parroquia de la Compañía.
De las hermanas se dice que nunca se casaron eran propietarias del predio que actualmente ocupan las manzanas comprendidas desde Damián Carmona hasta Bolívar, haciendo cuadro desde Carranza hasta Julián de los Reyes. En esa gran extensión urbana vivían las dos hermanas Maltos, mujeres de buen corazón i gran riqueza dedicadas a obras pías.
Antigua calle de Maltos actualmente Venustiano Carranza
Se cuenta que una de ellas pertenecía a la Santa Inquisición, cosa poco probable ya que en ese tiempo las mujeres no eran consideradas para la toma de decisiones ni dentro de la iglesia ni dentro del gobierno ni asunto público. Ellas recibían en su propiedad a mujeres que habían caído en desgracia, ya fuera por viudez u orfandad, les instruían en letras manualidades propias de la mujer en aquellos tiempos tales como costura y bordado amén de administración y cuidados del hogar, les conseguían marido y pagaban la dote. En pocas palabras eran toda una institución asistencial tan reconocidas que el tramo de la calle de Carranza que corre desde plaza de los Fundadores hasta la Calle de Simón Bolívar se le conoció durante más de un siglo como la calle de Maltos, aún a principios del siglo XX así se le llamaba, en algunos planos de la ciudad fechados a finales del siglo XIX se lee “Calle de Maltos”
Los Maltos se acabaron pero la memoria de ellos quedó en el imaginario popular y como suele suceder la historia se fue desvaneciendo hasta que en la primera mitad del siglo XX alguien con buena o mala intención quiso inmortalizar a una de ellas equiparándola con “La mulata de Córdoba” que pueden Uds. Leer en el Libro de Leyendas Potosinas de Mariano Aguilar.
Texto de Adrián René Contreras 
Dibujo de Joda Mejía
Fotografía colección particular
Bibliografía: Velázquez, Primo Feliciano; Historia de San Luis Potosí
                       Zarzosa, Jorge; El Brigadier

viernes, 20 de septiembre de 2019

Dr Arturo Méndez de la Garza

Dr. Arturo Méndez de la Garza


Investigación y redacción:  © Adrián René Contreras Martínez
El Dr. Arturo Ménez fue un personaje potosino no nacido en San Luis, en su tiempo, principalmente en la primera década del siglo XX y parte de la segunda  era tomado como un tipo excéntrico tirando a loco por sus ideas demasiado avanzadas para su época.
Nacido en Montemorelos N.L. el 31 de Enero de 1868, hijo de familia acomodada cursó sus estudios primarios en Matamoros, Tmps. Y estudió ahí también el bachillerato para Ingeniería, cambiándolo a la mitad por el de Medicina, mismo que terminó colmo alumno más aventajado de su generación, de ahí sin más preámbulos ingresó a la Escuela Nacional de Medicina en la Cd. De México, fue practicante interno del Hospital de Maternidad e infancia de la misma ciudad y obtuvo el título de Médico Cirujano y Partero con mención honorífica a los 21 años de edad y decide instalarse en la ciudad de San Luis Potosí en el año de 1890 logrando en poco tiempo una buen ganada clientela atendiendo lo mismo gente pobre que rica, en 1899 fue nombrado profesor adjunto de la Clínica de Obstetricia en la Escuela de Medicina del Instituto Científico y literario y dos años después se hizo cargo de esa Cátedra hasta el año de 1913, en 1910 incursiona en la política local siendo regidor hasta 1912 en que es nombrado presidente municipal.

Tal vez la excentricidad que se le atribuía en su tiempo fue por su constante preocupación por los problemas sociales, principalmente por mejorar la condición de la mujer y su emancipación que le significó ser un decidido partidario del feminismo, en una ocasión decidió organizar un ciclo de conferencias en el Teatro Alarcón, para lo que trajo de la Cd. De México a Belén de Zárraga, una activista en estos temas del feminismo pero no lograron dar ni la primera conferencia ante un lleno total de personas predispuestas a sabotear el mentado siclo, que los pusieron en ridículo lanzando objetos al escenario y gritando consignas.
Era un hombre medianamente rico propietario del Mesón de Guadalupe y de bodegas que entonces existían frente a la plaza del Venadito en las calles de Juan Sarabia e Insurgentes y dueño también de la Ex Hacienda de Santa Ana al oriente de Soledad que después se lotificó creando Huertas, Granjas y precisamente en uno de esos lotes se encuentra una escuela que lleva su nombre.
En 1012 siendo presidente municipal promovió un reglamento de toque de campanas que consistía en ordenar el uso u tañar de campanas en los templos de la ciudad, asunto que provocó una violenta manifestación que nació en el mercado Hidalgo y fue creciendo entre gritos amenazas y recordatorios familiares hasta llegar al consultorio del Médico, que se encontraba en la calle de Escobedo frente al Jardín de San Juan de Dios. Al escuchar el médico la gritería que le venía atrancó su consultorio y salió hasta que los ánimos se habían calmado.
Las crónicas cuentan que se desapareció un tiempo, lo cierto es que fue aprehendido por orden del General Blanquet a instigación del Clero, llevado a la Cd. De México donde estuvo preso en Santiago Tlatelolco junto con el Dr. R. Cepeda y el Lic. Roque Estrada. No fue mucho el tiempo que permanecieron presos, se menciona que fueron unos días pero el Dr. Méndez pensó prudente esperar unos días más en la Cd. De México esperando que el incidente de las campanas se hubiera olvidado y así regresó a San Luis para encontrar que en realidad no se había olvidado y la gente a su paso le gritaban “Judío”, “Hereje” y cuantas ocurrencias calificativas (por no decir adjetivos calificativos) suele ocurrisele a la gente sencilla sin educación.
Pasada la decena trágica, el Dr. Méndez y su hermano Mario salieron a unirse al Sr. Venustiano Carranza, donde el Dr. Méndez recibió el nombramiento de la revolución como Médico Cirujano de los Ferrocarriles Constitucionalistas, Director del Hospital Civil e Inspector de Salubridad Pública en el Estado y varios nombramientos mas como médico durante el periodo de Carranza.
En 1917 es nombrado Diputado Constitucionalista participando activamente, según consta en actas, en la formulación de la nueva constitución, fue tanta la cercanía con Carranza que lo acompañó junto con su hermano en su salida a Veracruz hasta Algíbes de donde regresó por instrucción del mismo Carranza y su hermano Mario lo siguió hasta Tlaxcalaltongo.
Tras la muerte de Venustiano Carranza se retiró a la vida privada viajando a Nueva York y Washington realizando algunos estudios propios de su profesión durante 9 meses.
Regresa a San Luis Potosí donde recibió el puesto de catedrático de Anatomía Topográfica, Clínica de obstetricia y como Médico de la sala de Maternidad el Instituto Científico y Literario, puesto que desempeñó hasta el año de 1940, el Dr Méndez falleció el primero de Marzo de 1945 en el Hospital Militar de la Cd. De México y sus restos descansan en el lote de los Diputados Constituyentes del Panteón Civil.
Si bien se conoce poco del Dr. Arturo Méndez, menos se sabe que fue un Masón grado 33, décimo Gran Maestro de la Logia “El Potosí”, Past Gran Orador de la misma logia y otros puestos de alta investidura masónica.
Escribió varios libros entre ellos “Interpretaciones y Claves simbólicas”, “Las Iniciaciones Simbólicas y sus Resultados Ocultos”, "Nociones de Doctrina Secreta Francmasonería Simbólica I,II,yII Grados", y tal vez su obra más importante sea “Nociones de Doctrina Secreta Filosófica” que consta de 4 tomos que van del IV al XXXII grados.
Retomando una frase que deja su biógrafa Emma Villaseñor, diremos que como herencia de toda una vida deja el Dr. Méndez a su Viuda la Sra Rebeca Blakaller y a sus hijos Arturo y Alberto, su ejemplo y el orgullo de su nombre inmaculadamente limpio puesto siempre al servicio del bien de su pueblo y de su patria.

Fuentes:
Pedrasa Montes, José Francisco: Gentes de Antier y Ayer, El Heraldo 19 de Mayo de 1985, S p/7
Villaseñor, Emma: Constituyentes ; Datos Biográficos del Dr Arturo Méndez
Ferrer, Igor: Acto de Justicia al .·.V.·.I.·.y.·.P.·.H.·. Arturo Méndez de la Garza (Documento)

martes, 10 de septiembre de 2019

Del Porfirio Díaz al Mercado Hidalgo

Presento a Uds. un magnífico trabajo de mi amigo Eduardo López Cruz "Kalek", con el que ganó el premio estatal de periodismo en 2015 que fue transmitido en el programa Ahora que me acuerdo, de los Martes a las 18:00 Hrs. por Canal 13 de S.L.P.
Espero lo disfruten:

viernes, 6 de septiembre de 2019

La escuela Lancasteriana en San Luis Potosí.

Primera Escuela Lancasteriana ubicada en la antigua cárcel de mujeres (Jardín de las Arrecogidas)

Joseph Lancaster 

Investigación y redacción:  © Adrián René Contreras Martínez
Anterior a la existencia de la escuela Lancasteriana en San Luis la instrucción educativa era un tanto cuanto privilegiada para los hijos de Personas que tenían recursos para contratar institutrices o mentores profesionales o bien asistir a escuelas fundadas por religiosos que no siempre se distinguían por su gratuidad y si por la búsqueda de vocaciones.
El sistema Lancasteriano o método mutuo como originalmente lo llamó Andrew Bell a fines del siglo XVIII en Inglaterra y que perfeccionó Joseph Lancaster consistía en echar mano de los alumnos mas avanzados para enseñar a los de nuevo ingreso o con menor capacidad, sin dejar de aprender.
Era un método muy básico en el que el alumno aprendía a leer, escribir, las operaciones aritméticas, dibujo y doctrina cristiana.
Un mismo maestro podía atender un grupo pequeño y apoyado por monitores que él mismo formaría, hasta mil alumnos si fuese necesario, es claro que la escuela Lancasteriana en San Luis nunca llegó a tantos alumnos pero si los suficientes para contar con un Monitor General que se encargaba de tomar la asistencia y en caso de inasistencias averiguar el por qué había faltado el pupilo en cuestión, era el encargado de cuidar los útiles y materiales para la enseñanza. Un monitor de orden que administraba la disciplina, cuya actividad inicial era la de revisar que los alumnos asistieran aseados en cabeza, cara, manos, ropa, zapatos o pies en el caso de los descalzos que eran muchos, imponía castigos que iban desde mandar al indisciplinado a un rincón hasta el quedar arrodillado un tiempo con los brazos en cruz y si el infractor ameritaba un castigo mayor lo llevaba ante el director que podía propinarle unos buenos tablazos con la palmeta o con una buena vara de membrillo.
Al tocar la campana, los alumnos entraban ordenadamente formados, tomaban su lugar en las bancas que les correspondían, se quitaban el sombrero y lo dejaban colgado al cuello con el barbiquejo en caso de que no hubiera percheros para colgarlos, se arrodillaban para decir alguna oración y luego de santiguarse iniciaban los trabajos.
Cada pequeño grupo, no mayor de diez tenía un monitor particular que era un alumno avanzado encargado de ayudarles a aprender lo que él ya había asimilado bien, siempre bajo la supervisión del director.
A diferencia de los métodos tradicionales actuales se iniciaba por enseñar al educando las letras mas fáciles como la “I”, “H”, “T”, “L”, “F”, después las que tenían ángulos como A,W,M,N, y las curvas O, U, J, etc. Hay que mencionar que el alumno aprendía a su ritmo. Los estudios primarios por no decir “La primaria” podía estudiarse en 3 años como el caso de Francisco Javier Estrada.

Edificio Colonial que albergó La escuela Lancasteriana,
La Normal del Estado, una escuela oficial, actualmente
sede de las oficinas del Poder Legislativo

Desconozco si había vacaciones y días festivos,(tal vez los días de guardar de acuerdo al calendario religioso) sólo sé que asistían a la escuela de Lunes a Viernes en un horario de 8:00 a 12:00 y 2:00 a 5:00 P.M. siete horas diariamente, pero los niños no se aburrían
Estas escuelas para pobres iniciaron en México en 1822 en el tiempo de Iturbide que ordenó la fundación de la Compañía Lancasteriana, predecesora de los Ministerios o Secretarías de Educación que luego siguieron.
A San Luis Potosí no llegó de inmediato la escuela Lancasteriana pero en 1840 ya estaba más que instalada en la antigua Cárcel de Mujeres en el lado poniente del Jardín de las Arrecogidas, su profesor, el guanajuatense Pedro Vallejo; es por eso que la calle donde estuvo su escuela, se llama Pedro Vallejo.
En esa escuela, digámosle del Profesor Pedro Vallejo se fundó en el año de 1849 con decreto del entonces gobernador, la Escuela Normal mixta para profesores. Fueron 13 varones sus primeros alumnos de Normal, muy probablemente alumnos suyos también en la escuela lancasteriana.
La compañía Lancasteriana desapareció en 1869, sin embargo antes de eso, en el año de 1857 los alumnos egresados de la Normal veían con frustración que el Sistema Lancasteriano ya no era suficiente pues no ofrecía un plan de estudios e inician la elaboración de un reglamento que se concluye y se expide en el año de 1863 y se establece el plan de estudios de 6 años que prevalece hasta nuestros días para la instrucción primaria, sin duda con esto San Luis Potosí fue la primera entidad que adoptó este plan de estudios, sin duda más costoso que la Escuela Lancasteriana que requería más personal remunerado y mas materiales.
Los novicios aprendían primeros trazos de escritura en una tableta negra usando tizas de yeso o con pequeños cuadros de arena, la escritura con pluma se hacía sobre papel de maguey y precisamente con pluma de ave a la que se hacía en la punta un corte diagonal terminado en pico y una ranura que dividía ligeramente la punta, la tinta se hacía de huizache y caparrosa.
Desaparece en San Luis el sistema Lancasteriano pero deja herencia: aún cuando se disminuye el tiempo del horario, este siguió siendo horario discontinuo hasta la década de los sesentas del siglo veinte, de 9:00 a 12:00 y de 3:00 a 5:00 P.M. de lunes a viernes, los premios y castigos siguieron siendo muy similares, existieron las llamadas Escuelas unitarias, aún hoy en día las hay en el medio rural donde no se justifica la presencia de mas maestros por el número de alumnos.
Fue justamente en la década de los 60 del siglo XX cuando se vinieron a dar nuevamente cambios sustanciales en materia de educación con la aparición del libro de Texto Gratuito y la profesionalización de los profesores a finales de los setentas y principios de los ochentas que los elevó a nivel licenciatura, pues cuando apareció la Escuela Normal bastaba con haber terminado en la Escuela Lancasteriana para ingresar a esa institución, después de los sesentas del siglo XI era necesario la secundaria y así lo fue hasta las fechas que señalo en del siglo XX en que se solicitó el Bachillerato terminado para ingresar previo examen de admisión a la benemérita institución.

Bibliografía:
Track de Estrada, Dorothy (1992): Las escuelas Lancasterianas en la Ciudad de México, México, El Colegio de México (Lecturas de Historia Mexicana)
Montaño, Joaquín: Escuela Lancasteriana: Origen, Método y Características.
Fotografías: desconozco tiempo y autor.